LAS DOS CARAS DE LA MONEDA EN LA INDUSTRIA TEXTIL
Por: Andrés Felipe Rincón
En un día cualquiera, Yirlei alista el material de su día de trabajo, mientras prepara el desayuno de su familia, su jornada laboral inicia a las 8 pero esto puede variar según la cantidad de prendas que deba terminar. de acuerdo con el último censo realizado por la cámara colombiana de la confección y afines (CCCyA) para el 2017 cerca de 10 millones de personas viven de la industria textil de forma directa o indirecta. Y la modalidad de empleo informal más común en esta industria son los talleres satélites de confección.
Los talleres satélites de confección usualmente están ubicados en zonas residenciales y con adecuaciones mínimas. Pero a pesar de la informalidad, estos pueden producir prendas que pueden ser comercializadas en el madrugo, hasta para exportar. Esta forma de trabajo es netamente informal y nadie se hace responsable por estas personas, además de esto deben cubrir ciertos costos que reducen sus ganancias y se enfrentan jornadas laborales muy extensas, con el fin de entregar todo en la mejor calidad y dentro de los tiempos establecidos.
De acuerdo as la Constitución Política de 1991, en el articulo 25 se debe garantizar el trabajo en condiciones dignas y justas, pero gracias a la informalidad, que según el DANE para el 2019 llego al 48%, los empleadores vulneran todas las condiciones laborales de la población mas vulnerable. Aunque también se puede apreciar como las personas en su afán de trabajar incumple distintas normas.
INCUMPLIMIENTO DE NORMAS EN LOS SATÉLITES
Estos talleres normalmente funcionan de forma clandestina, para evitar cobros extra de servicios públicos ya que en las tarifas estimadas por Codensa para el 2020 en estrato dos el costo de un kWh pasa de 251 pesos a 472 pesos para actividad comercial; incrementos en el impuesto predial ya que el avalúo comercial del predio se tiene en cuenta la actividad comercial a desempeñar y los ingresos a obtener; o en algunos casos el incremento del arriendo. Además de esto, estas personas al no tener un registro único tributario (RUT) de sus talleres, dejan de reportar a la DIAN sus distintos ingresos y esto podría acarrear múltiples sanciones de tipo monetario como lo estipula la ley 1943 de 2018.
A esto podemos agregar que al trabajar desde sus casas y sin ningún tipo de control, se presentan muchos casos de trabajo infantil a su llegada del colegio. Que, aunque para la Secretaria de Educación la deserción escolar fue la menor presentada en la historia, para el 2017 cerca de 12 mil niños abandonan el colegio y ante las distintas necesidades pueden recurrir a trabajos informales como los que ofrece la industria textil mediante los satélites.
Por lo cual, estas personas también estarían incumpliendo ciertas normas al momento de desempañar su actividad laboral, tal vez por necesidad o por desconocimiento.
INCUMPLIMIENTOS POR PARTE DEL CONTRATANTE
Actualmente los talleres satélites que funcionan en la ciudad de Bogotá se desempeñan bajo la modalidad de tercerización. Las compañías consiguen una persona que se compromete a cumplir con la producción y en este punto emplean los distintos talleres ubicados en la ciudad, como lo explica Camila Hermida. Ya dentro de los satélites, el funcionamiento es un poco más complicado “nosotros debemos calcular el costo de la prenda, para sacar el costo de los hilos, las agujas y los recibos” Deivid nos cuenta sobre el funcionamiento del satélite familiar, y donde trabaja.
Las personas que trabajan en los satélites, por la informalidad de su labor no tienen acceso a EPS, ARL ni pensión, en este satélite específicamente el pago es de 12.000 pesos diarios y la labor inicia a las 8 de la mañana, tienen una hora de almuerzo y no tienen una hora especifica en la que finalizan su labor, todo depende de la cantidad de trabajo que tengan que entregar.
Entre los múltiples costos que deben asumir las personas se encuentran los hilos y las agujas necesarios para la producción de las prendas. De acuerdo con Yirley esto reduce mucho sus ganancias lo cual es injusto ya que mientras ellos se ganan 3.000 pesos por cada prenda, el almacén la vende en 180.000 y ellos prácticamente realizan la prenda por completo.
De acuerdo as la Constitución Política de 1991, en el articulo 25 se debe garantizar el trabajo en condiciones dignas y justas, pero gracias a la informalidad, que según el DANE para el 2019 llego al 48%, los empleadores vulneran todas las condiciones laborales de la población mas vulnerable. Aunque también se puede apreciar como las personas en su afán de trabajar incumple distintas normas.
INCUMPLIMIENTO DE NORMAS EN LOS SATÉLITES
Estos talleres normalmente funcionan de forma clandestina, para evitar cobros extra de servicios públicos ya que en las tarifas estimadas por Codensa para el 2020 en estrato dos el costo de un kWh pasa de 251 pesos a 472 pesos para actividad comercial; incrementos en el impuesto predial ya que el avalúo comercial del predio se tiene en cuenta la actividad comercial a desempeñar y los ingresos a obtener; o en algunos casos el incremento del arriendo. Además de esto, estas personas al no tener un registro único tributario (RUT) de sus talleres, dejan de reportar a la DIAN sus distintos ingresos y esto podría acarrear múltiples sanciones de tipo monetario como lo estipula la ley 1943 de 2018.
A esto podemos agregar que al trabajar desde sus casas y sin ningún tipo de control, se presentan muchos casos de trabajo infantil a su llegada del colegio. Que, aunque para la Secretaria de Educación la deserción escolar fue la menor presentada en la historia, para el 2017 cerca de 12 mil niños abandonan el colegio y ante las distintas necesidades pueden recurrir a trabajos informales como los que ofrece la industria textil mediante los satélites.
Por lo cual, estas personas también estarían incumpliendo ciertas normas al momento de desempañar su actividad laboral, tal vez por necesidad o por desconocimiento.
INCUMPLIMIENTOS POR PARTE DEL CONTRATANTE
Actualmente los talleres satélites que funcionan en la ciudad de Bogotá se desempeñan bajo la modalidad de tercerización. Las compañías consiguen una persona que se compromete a cumplir con la producción y en este punto emplean los distintos talleres ubicados en la ciudad, como lo explica Camila Hermida. Ya dentro de los satélites, el funcionamiento es un poco más complicado “nosotros debemos calcular el costo de la prenda, para sacar el costo de los hilos, las agujas y los recibos” Deivid nos cuenta sobre el funcionamiento del satélite familiar, y donde trabaja.
Las personas que trabajan en los satélites, por la informalidad de su labor no tienen acceso a EPS, ARL ni pensión, en este satélite específicamente el pago es de 12.000 pesos diarios y la labor inicia a las 8 de la mañana, tienen una hora de almuerzo y no tienen una hora especifica en la que finalizan su labor, todo depende de la cantidad de trabajo que tengan que entregar.
Entre los múltiples costos que deben asumir las personas se encuentran los hilos y las agujas necesarios para la producción de las prendas. De acuerdo con Yirley esto reduce mucho sus ganancias lo cual es injusto ya que mientras ellos se ganan 3.000 pesos por cada prenda, el almacén la vende en 180.000 y ellos prácticamente realizan la prenda por completo.
En una tienda de hilos y telas del barrio Venecia, un rollo de hilo puede tener un valor de 700 pesos la onza y de colores básicos, esto puede variar con algunos colores específicos o el grosor de los hilos. Aunque ellos al comprar al por mayor, obtienen mejores precios y en muchos casos, la popular ñapa que puede lograr que estos costos se reduzcan considerablemente.
De acuerdo con Yirley el transporte de las prendas para su entrega también les genera, gastos de deben cubrir, ya que muchas veces las entregas si se realizan en las compañías y al estar ubicados en la periferia de la capital deben disponer de largos periodos de tiempo para sus trayectos como el dinero para cubrir este recorrido. A esto le suman la preocupación de la inseguridad en Bogotá al llevar prendas nuevas y con marquillas lista para ser comercializada.
Aunque los propietarios de los satélites no tienen ningún tipo de vinculación laboral con las distintas compañías, siempre se les obliga a firmar un compromiso de no copiar los distintos diseños que a ellos se les entrega. Como lo indica Yirley al terminar la producción, los diseños deben ser destruidos y entregados junto con las prendas. El pago de esta labor usualmente se realiza contra entrega, se evitan los bancos por temas de impuestos y descuentos por parte de la entidad bancaria. Aunque dicen que, en ocasiones les roban el pago o se los demorar por semanas, pero al no tener ningún comprobante de la entrega o fabricación de las prendas, no tienen más opción que esperar.
Para los dueños de los satélites, hoy día enfrentan una nueva problemática, como es la mano de obra extranjera” ahora debemos competir con los venezolanos que hacen lo mismo que nosotros por mil o 2.000 peso” como lo menciona la esposa de Benito para mencionar todas personas que tuvieron que despedir por la falta de trabajo. Este satélite, a diferencia de el de Yirley funciona hace más de 30 años, con la virtud que también diseñan para marcas emergentes. Y a pesar de contar con más de 10 puestos de trabajo, hoy solo son ocupados por Benito y su esposa.
LA ECONOMÍA NACIONAL
para el 2018 esta industrio le aportó 5,5% al PIB del país y generó 106 millones de dólares en exportaciones según la DIAN, por lo que, a pesar de todas sus inconsistencia e irregularidades, resulta una industria bastante rentable para el país. El estado colombiano debería prestan más atención a los trabajadores de este gremio y a las compañías que aprovechan estos servicios.
De acuerdo con Yirley el transporte de las prendas para su entrega también les genera, gastos de deben cubrir, ya que muchas veces las entregas si se realizan en las compañías y al estar ubicados en la periferia de la capital deben disponer de largos periodos de tiempo para sus trayectos como el dinero para cubrir este recorrido. A esto le suman la preocupación de la inseguridad en Bogotá al llevar prendas nuevas y con marquillas lista para ser comercializada.
Aunque los propietarios de los satélites no tienen ningún tipo de vinculación laboral con las distintas compañías, siempre se les obliga a firmar un compromiso de no copiar los distintos diseños que a ellos se les entrega. Como lo indica Yirley al terminar la producción, los diseños deben ser destruidos y entregados junto con las prendas. El pago de esta labor usualmente se realiza contra entrega, se evitan los bancos por temas de impuestos y descuentos por parte de la entidad bancaria. Aunque dicen que, en ocasiones les roban el pago o se los demorar por semanas, pero al no tener ningún comprobante de la entrega o fabricación de las prendas, no tienen más opción que esperar.
Para los dueños de los satélites, hoy día enfrentan una nueva problemática, como es la mano de obra extranjera” ahora debemos competir con los venezolanos que hacen lo mismo que nosotros por mil o 2.000 peso” como lo menciona la esposa de Benito para mencionar todas personas que tuvieron que despedir por la falta de trabajo. Este satélite, a diferencia de el de Yirley funciona hace más de 30 años, con la virtud que también diseñan para marcas emergentes. Y a pesar de contar con más de 10 puestos de trabajo, hoy solo son ocupados por Benito y su esposa.
LA ECONOMÍA NACIONAL
para el 2018 esta industrio le aportó 5,5% al PIB del país y generó 106 millones de dólares en exportaciones según la DIAN, por lo que, a pesar de todas sus inconsistencia e irregularidades, resulta una industria bastante rentable para el país. El estado colombiano debería prestan más atención a los trabajadores de este gremio y a las compañías que aprovechan estos servicios.